Job describe con lujo de detalle la senda de los malos, pero sin llegar a la conclusión del salmista que esa senda perecerá (Sal. 1:6Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.). La prosperidad del impío nunca fue tanta como lo es en nuestros días y aun surge la pregunta: ¿Por qué permite Dios tanta injusticia y la práctica de tanta maldad? Job menciona la muerte y el Seol, pero no dice nada sobre lo que se encuentra detrás de ese velo. Es allí donde están las respuestas a sus preguntas. Los que no conocen ni andan en los caminos de Dios, aparentemente prosperan, pero “sus ojos están sobre los caminos de ellos” (v. 23El les da seguridad y confianza; Sus ojos están sobre los caminos de ellos.) y la retribución de los rebeldes será en la eternidad.
Al final de su discurso, Job lanza un reto: “¿Quién me desmentirá ahora?” (v. 25Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, O reducirá a nada mis palabras?). Nadie lo desmentirá porque ha dicho la verdad aunque sus deducciones en este momento todavía son erróneas. Aquí Job fracasa en la prueba que se le había impuesto. Si demostraba que Dios era injusto hubiera hecho lo que Satanás predijo y su mujer aconsejó (2:5,95Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 9Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.). Pero Job paró justo a tiempo.