ESTA carta fue escrita a los judíos que, por las persecuciones, fueron esparcidos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia (1:1Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia; Hch. 8:1Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.; 11:19Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos.; etc.).
En su nota introductoria hay profunda enseñanza doctrinal:
Dios Padre nos eligió "según su presciencia". No fue una elección arbitraria, ya que su conocimiento anticipado podía decirle cómo usaríamos nuestro libre albedrío y si aceptaríamos rendirnos a su voluntad.
El Espíritu Santo nos santificó. Cuando el hombre se rinde ante Dios, el Espíritu lo separa y lo santifica. Su ministerio se enfoca a hacer del creyente un vaso útil y limpio, dispuesto para toda buena obra.
El Señor Jesucristo nos da limpieza por su sangre, que es rociada sobre nosotros, tomando el símil de los ritos hebreos, y nos limpia así de toda maldad.