LA cruz, en la cima del monte Calvario donde Cristo dio su vida por
los hombres, es el punto central de la revelación divina, de la historia
humana y de la experiencia cristiana. Vemos, muriendo, al Señor de la vida.
¡Cuánto se conmueve el corazón al contemplar aquella cruz!
Todo lo que ocurre allí es importante, e importantes son las palabras
pronunciadas por el que muere en propiciación por los pecados de los
hombres. El Espíritu Santo quiso registrar siete de ellas en las Escrituras,
ni una más ni una menos, para darnos una revelación completa de lo que
pensaba y sentía el que sufría como nuestro Sustituto.
Meditemos en estas palabras, una por una. |